Hay que estar entre la Avenida 9 de Julio y Corrientes, de Buenos Aires, para respirar el ambiente multicultural y bohemio de esta ciudad. Y Justo ahí, en frente, está el Obelisco de Buenos Aires, ese majestuoso monumento de unos 67,5 metros de altura, epicentro de controversias, artes e historia. Todo en un mismo lugar.
“(…) para no desorientarme en la maraña de variedades porteñas que a veces simulan desdecirse de un barrio y aun de una cuadra a otra, me dilaté en la nada fatua sino imprescindible creación de un hombre arquetipo de Buenos Aires: el Hombre de Corrientes y Esmeralda. En otro lugar aduciré las razones que me movieron a ubicarlo en esa encrucijada, para mí polo magnético de la sexualidad porteña.”
Así lo describe el maestro Raúl Scalabrini Ortiz, refiriéndose al genial Obelisco de Buenos Aires, en su relato de versos en prosa “El hombre que está solo y espera”.
Y es que, desde su planificación, el majestuoso Obelisco de Buenos Aires, fue causante de pasiones adversas.
Como un plan de modernismo de la ciudad y de ensanchamiento de la Avenida 9 de Julio, se procedió a demoler la antiquísima iglesia San Nicolás de Bari, que databa de 1770.
Qué mejor simbolismo, que el simple hecho de que, sobre una de las torres de aquella iglesia, se izara por primera vez la bandera argentina en 1812, proclamando la Independencia de Argentina.
Esto, para erigir un monumento como símbolo de la argentinidad, justo cuando se conmemoraba los 400 años de la formación de la primera república en 1936.
El rechazo por parte del senado y de la población en general no se hizo esperar. Aun así, las proclamas y manifestaciones no detuvieron el decreto puesto en marcha por el intendente de la ciudad en aquel año, Mariano de Vedia y Mitre, amparado por el general Agustín Pedro Justo, presidente de Argentina.
Asimismo, el proyecto lo llevó a cargo el destacado arquitecto Alberto Prebish, quien fue el responsable de la creación del prestigioso teatro Gran Rex, ubicado en las adyacencias del Obelisco de Buenos Aires.
Luego, de la ampliación de las avenidas Corrientes y 9 de Julio, que ostentaron el título no oficial de ser “las avenidas más anchas del mundo” luego de esta ampliación. Ahí, en esa intersección, se impone en el firmamento porteño, el Obelisco de Buenos Aires.

Vista nocturna del Obelisco de Buenos Aires
A pesar de esto, siguió siendo centro de burlas y críticas, las cuales llegaron al Consejo Deliberante aprobándose su demolición con 23 votos a favor y tres en contra.
Más allá de las razones expuestas y votos a favor, el intendente capitalino de 1939, Arturo Goyeneche, vetó la ordenanza cancelando el plan de demolición.
El Obelisco de Buenos Aires, como centro de manifestación artística
No todo podía ser polémica y finalmente aquel proyecto de la plaza la República donde se impone el Obelisco de Buenos Aires parece cumplir el fin para el cual fue creado. Como símbolo del sentimiento nacional, es el centro de actos oficialistas, encuentros académicos, culturales y de protestas.
El Obelisco de Buenos Aires, durante sus más de 80 años de vida, ha sido escenario de diversas intervenciones.
Durante 1952, el presidente Juan Domingo Perón asumía la presidencia del país, se realizaron diversos actos públicos, entre los cuales, figuró uno realizado por un equipo de tres equilibristas del famoso circo alemán Die Zugspitz Artisten, que consistía en realizaciones acrobáticas sobre un cable de acero que partía del Obelisco de Buenos Aires, a un edificio contiguo.
Cabe destacar, que durante el 2018, el Obelisco de Buenos Aires sirvió de escenario para los Juegos Olímpicos de la Juventud, donde se presenciaron diversos espectáculos.
En octubre de 2021, la Plaza la República, mostró la palabra “CHARLY” junto al logo “Say no More” en homenaje a los 70 años de Charly García, ícono de la cultura argentina.
El Obelisco de Buenos Aires, con influencias masónicas
Rodeado de una inmensa plaza circular (Plaza La República), obligando a quien quiera apreciarlos a bordearlo como si se trata de un ritual. Se tiene la convicción de que el Obelisco de Buenos Aires se trata de una obra masónica, que pretendía romper con el antiguo orden y establecer uno nuevo.
En su interior, al que no se tiene acceso, está conformado por 206 escalones desde su base hasta la cúspide y cuatro ventanillas distribuidas en ese recorrido. En la más alta, se visualiza una impresionante vista panorámica de la ciudad capitalina.
Solo cuelgan cables que le dan vida al pararrayos que sobre él se sostiene y una polea vieja sin uso. Sin embargo, se dice que ahí se celebraban reuniones de la logia de masones.
“El Obelisco
¿Dónde tenía la ciudad guardada
esta espada de plata refulgente
desenvainada repentinamente
y a los cielos azules asestada?
Ahora puede lanzarse la mirada
harta de andar rastrera y penitente
piedra arriba hacia el Sol omnipotente
y descender espiritualizada.
Rayo de luna o desgarrón de viento
en símbolo cuajado y monumento
índice, surtidor, llama, palmera.
La estrella arriba y la centella abajo,
que la idea, el ensueño y el trabajo
giren a tus pies, devanadera.”
Soneto de Baldomero Fernández, que según cuentan los historiadores locales, escribió el célebre poeta, a manera de esbozo en una servilleta dedicado a Prebish durante una cena homenaje al arquitecto. Dicho poema, poco después pasaría a formar parte del colosal monumento al estar inscrito en el frente sur del Obelisco de Buenos Aires.